El sol de la pereza

EL SOL DE LA PEREZA

La sal de lo sagrado, en la belleza,
la conmoción feroz de lo sublime,
germinan al calor de algo secreto,
al sol del porque sí,
bajo la opalescencia perezosa
de una luz sin razones, al amor
de su propio deseo sin motivos.

Todo cuanto se explica, en la belleza,
ni explica la belleza, ni es lo bello;
la parte que consiente en ser nombrada
resulta a su sigilo lo que el lastre
supone en el asombro de volar:
lo que al surcar el aire ya no importa,
lo que la gracia olvida cuando ocurre.
Lo bello es un recinto inexpugnable
que libra a la belleza de nosotros,
de esta mórbida sed de soluciones.
Lo bello es lo intangible que sostiene
incólume en su cielo a la belleza.

En esa misma impunidad salvaje
habría que educar nuestro destino,
bajo ese sol ocioso calentarnos,
malversarnos de ser como si nada,
como si nada estar entre las cosas.
La sal de lo sagrado, en nuestra vida,
se vierte porque sí, como lo bello
se disipa terrible de inocencia.

Bajo esa opalescente luz sin causa,
debería alumbrarse nuestro espíritu,
y al impalpable sol de su capricho
desperdiciarse, cómplice, en belleza.

Carlos Marzal. Metales pesados