Debajo, de Juan Eduardo Cirlot

No me busques debajo de esta sangre desnuda
debajo de esta tienda que canta dulcemente.
No me busques ya nunca, no me busques ya nunca.

Caí sobre paisaje de mi cuerpo vencido
entre plumas malditas y rojos agobiados
caí bajo tu hierro de araña enloquecida
no me busques ya nunca, no me busques ya nunca.

Los árboles del miedo me llaman hijo mío
la lejanía siempre de la mano me lleva.
Debajo de esta tienda que dulcemente canta
no me busques ya nunca, no me busques ya nunca.

Tú misma asesinaste mi pájaro pequeño.
Derribos insondables te dicen cómo sufre
mi cabellera muerta debajo de los pinos
debajo de este barro manchado por tus perros.

Le he contado a mi madre que tú no me querías.
Por mi cuarto asustado violetas se pasean
no me busques ya nunca, no me busques ya nunca
debajo de esta luna, de este llanto debajo.

Debajo de tus manos, debajo de tus ojos
debajo de esta tienda que flota en mi locura
no me busques ya nunca por yerbas o cristales
no me busques ya nunca, no me busques ya nunca.

Del libro En la llama (1945)